Por: Paola Andrea Charry*
En los márgenes,
donde la acera se vuelve polvo,
crecen las bodegas:
esos mantos metálicos que nadie habita
pero ocupan.
Mucho espacio.
¿Habitable?
Sí, pero no para nosotros.
La ciudad me habita,
no al revés.
Sus muros me trazan,
me dicen qué ver,
qué no ser.
Y no siempre lo entiendo,
pero lo siento.
Las cámaras no miran lo que quiero,
vigilan lo que no debo.
Y yo, que también quiero mirar,
Aveces solo me queda encerrarme.
“Pisen el andén como si fuera suyo”,
siempre lo digo.
Pero el concreto, a veces,
nos devuelve silencio.
Mi cuerpo es mapa:
zona de paso,
zona de guerra,
zona de cuidado.
Me levanto con la alarma,
me acuesto con la norma.
La ciudad no duerme,
espera que tropecé
Las calles son jaulas,
las plazas, vitrinas.
Y uno aquí,
tratando de no romper nada,
de no romperse.
¿Dónde está lo habitable
cuando todo se mide,
se graba,
se optimiza?
Habitar —palabra compleja
Aunquel si fuera simple.
no tuviéramos las calles tatuadas en la piel
y los sueños metidos en los bolsillos.
* Lideresa participante del diplomado en «Pedagogías comunitarias, territorialidades y Paz».